Daniel Artana: “La escasez de dólares no es el principal problema de nuestra economía”
El analista diagnostica en esta entrevista los principales problemas de la economía argentina, detalla cuáles son las razones de la falta de dólares y delinea hacia dónde debería ir un programa de estabilización.
El dólar soja 3, mientras duró, sirvió para captar algunos dólares, pero, ahora, que se acabó, sucede lo mismo que pasó en las anteriores ocasiones en las que lo implementaron: una vez que termina, vuelven los problemas que llevaron a la puesta en marcha de cada edición, que es la falta de dólares. Además, los productores tienen un gran problema, que es la sequía, y tienen cada vez menos stock para vender, por lo que, si bien, en mayo hubo un proceso de acumulación de reservas mejor que el que se vio en abril, no le permite cumplir el programa del año. Lo que hacen estos programas es permitir adelantar el ingreso de dólares al Banco Central que hubieran cobrado de todas maneras, pero no resuelven los problemas. El efecto de este tipo de medidas tiende a ser cortoplacista.
P.: ¿Usted cree que la principal problemática de la economía argentina es la escasez de dólares?
D.A.: No, ese es un error de diagnóstico. La escasez de dólares es un problema autoinfligido por la política económica del kirchnerismo. La Argentina ha tenido exportaciones por u$s90.000 millones el año pasado y sólo con una política macroeconómica inconsistente uno podría estar sufriendo esta supuesta escasez de dólares que señala el Gobierno hoy en día. Con una política económica normal, a la Argentina le sobrarían dólares o tendría suficientes dólares, más allá de la atípica situación de la sequía, que debería recuperarse el año que viene.
Simplificando el panorama, yo creo que la principal problemática del Gobierno es la incapacidad de la dirigencia argentina para tener una política fiscal sostenible en el tiempo. Por un lado, tenemos más déficit fiscal mayor del que podemos financiar y, por lo tanto, terminamos apelando al recurso inflacionario como método de licuación. Y, por otro, no tenemos una política estructural alineada con un objetivo de crecimiento ambicioso, si no que tenemos lo que se llama una economía de búsqueda de renta, llena de controles y regulaciones, en la que los distintos actores tratan de ir buscando los “agujeros” dentro de la maraña de normativas para ganar más plata. Cuando, en lugar de ir buscando volverse más productivo, ganar mercados y aumentar las exportaciones, la gente busca mejorar su renta, la economía no funciona. Hay una inconsistencia fiscal crónica en Argentina que este gobierno no resolvió y, de hecho, se agravó. Eso va en contra del objetivo del crecimiento.
P.: ¿Cómo ve que va a llegar el Gobierno a las elecciones?
D.A.: Uno quiere que llegue lo mejor posible a las elecciones porque quienes más la sufren son los ciudadanos, en especial, la gente más vulnerable. La economía ya había caído en los últimos cuatro meses del año pasado y creo que va a recesionar en un contexto de alta inflación. Es opinable lo que es llegar bien, pero la inflación está alta y la actividad no está saludable. Podría estar peor, pero no es un panorama bueno.
Creo que Sergio Massa llegó al Ministerio de Economía en un problema de crisis financiera e incertidumbre, tras la salida de Martín Guzmán y, luego, de una ministra que duró muy pocos días (en referencia a Silvina Batakis). Él no es economista, pero tiene un volumen político importante y su llegada ayudó a calmar las cosas, pero, respecto de cuál era el objetivo de la gestión que se trazó en el Presupuesto, que buscaba que la inflación anual estuviera en el 60%, que la economía siguiera creciendo y que se cumplieran las metas con el FMI, lo cierto es que ninguna de esas cosas va a suceder. Es cierto que hubo una sequía sin precedentes, pero también la fuerte intervención en el mercado cambiario, que se venía haciendo ya en la gestión de Guzmán y se mantuvo en la de Massa incide en la problemática. Si no hubieran malgastado esos dólares, hoy estarían disponibles para otra cosa.
P.: ¿Cuáles cree que son los principales desafíos para el próximo gobierno?
D.A.: Para el gobierno que viene, la primera cuestión, es desarrollar un programa de estabilización, que, en el caso de Argentina, va asociado a la dinámica del déficit fiscal. Hay que resolver la presión tributaria, que es muy alta, con una mezcla de impuestos muy negativa y que redunda en una economía que es muy ineficiente como la que tenemos. Por otro lado, hay que tener una agenda de cuestiones estructurales: darse cuenta de que uno no puede vivir aislado del mundo, hay que abrir oportunidades. De hecho, la integración económica con la Unión Europea en el marco del Mercosur tendió a eso, a poder comerciar con una de las áreas económicas más importantes del mundo.
El Gobierno no tiene financiamiento y eso hace que el déficit fiscal influya en la política inflacionaria. Ahí está el problema: hay que romper esa relación. Argentina ha tenido momentos en su historia en los que logró controlar la inflación. No estamos condenados a vivir con estos niveles. Pero creo que hay que cambiar cosas que llevan a esa inflación, que tiene que ver con la dominancia fiscal sobre la política monetaria. El mundo tiene problemas inflacionarios en el último tiempo que no tenía antes y, para combatirlos, ¿qué hacen? No han hecho cosas muy innovadoras o revolucionarias: endurecieron su política monetaria. Creo que hay posibilidades de encarar este tipo de políticas y que gran parte de la oposición y también del oficialismo tiene un diagnóstico en este sentido. Incluso, pienso que Massa tiene una percepción distinta dentro del Gobierno de la necesidad de aggiornar algunas normas. De hecho, se ha avanzado en la economía del conocimiento y hay voluntad de avanzar hacia una mayor integración de la Argentina al mundo.
Ambito